¿Qué es?
La enfermedad por altitud se presenta cuando se alcanza una altura mayor a 2.400 metros sobre el nivel del mar y puede afectar a montañistas, alpinistas, esquiadores o viajeros que ascienden demasiado rápido estas distancias. Nunca se instala en forma violenta o inesperada, por lo cual es importante reconocer los síntomas en el momento de su aparición y no subestimarlos.
¿Qué síntomas puede presentar?
Van a depender de la altura a la que se encuentre la persona, la velocidad con la que se consiguió llegar a dicha altura y la actividad física desarrollada. Según el tipo de síntomas y los órganos afectados, pueden aparecer alguno/s de los siguientes: cefalea, falta de apetito, náuseas, fatiga, vértigo, debilidad, insomio. En casos más graves puede haber edema pulmonar o cerebral.
¿Cómo puede prevenirse?
Hay 4 reglas fundamentales:
- Beber antes de tener sed.
- Comer antes de tener hambre.
- Abrigarse antes de tener frío.
- Descansar antes del agotamiento.
El frío y el sobreesfuerzo potencian los efectos perjudiciales del mal de altura.
Para prevenirlo se debe:
- Ascender lentamente: 400 a 500 metros/día en alturas que superen los 3.000 a 4.000 m.s.n.m.
- Ascender alto pero dormir bajo: es importante el aumento gradual de la altura a la que se dormirá (se aconseja un aumento de 300 m/día).
- Moderar la actividad física sobre todo en las primeras 48 hs.
- Evitar la toma de sedantes, tranquilizantes y analgésicos narcóticos (sobre todo por encima de los 2450 metros).
- Controlar la ingesta de comida y agua: se recomienda tomar abundante líquido y seguir una dieta pobre en sal.
Existe medicación que puede ser utilizada para prevenir y/o mejorar los síntomas. Entre los que se encuentran: Ibuprofeno, Paracetamol Acetazolamida, Dexametasona, Nifedipina y Metroclopramida, entre otros. Para su utilización debe ser evaluado por un médico especialista en Medicina del Viajero antes de emprender un viaje.