¿QUÉ ES EL DENGUE Y CÓMO PREVENIRLO?
El dengue es la enfermedad viral transmitida por vector más ampliamente diseminada en el mundo, y constituye un grave problema de salud pública con alto impacto económico y social.
Una de las características de la enfermedad son sus modalidades epidemiológicas, en particular la hiperendemicidad de los serotipos de este virus en muchos países.
La distribución según la edad de aparición de los casos de dengue varía en los países de la región, si bien cerca del 70 % de los mismos se encuentra en los adolescentes y adultos jóvenes.
Se calcula que 3900 millones de personas corren el riesgo de infección por los virus del dengue. Pese a que existe riesgo de infección en 129 países, el 70 % de la carga real se encuentra en Asia. Es cada vez más frecuente como etiología febril en viajeros internacionales.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en las últimas décadas, la incidencia de dengue ha aumentado. Se estima que se producen 390 millones de infecciones por el virus del dengue cada año, de los cuales 96 millones (24 %) se manifiestan clínicamente, sin distinción del grado de gravedad.
El dengue es una enfermedad viral, transmitida por mosquitos Aedes aegypti, con gran potencial epidémico y ocasionada por cualquiera de los cuatro serotipos virales (DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4). La infección por un determinado serotipo brinda inmunidad homóloga (para ese serotipo) de larga duración y solo protege a corto plazo para otros serotipos. Es decir, no genera inmunidad cruzada, lo que significa que una persona puede infectarse y enfermar cuatro veces.
El virus se transmite al ser humano por medio de la picadura del mosquito Aedes aegypti. Las hembras suelen depositar los huevos en objetos en los que se puede acumular agua. Estos objetos son frecuentes en el interior del domicilio o en área peridomiciliaria.
El hombre infectado es el principal portador y multiplicador del virus. No se transmite de persona a persona.
El mosquito se infecta cuando pica al enfermo, antes de que aparezca el período febril (un día previo) y hasta el final de este (5-6 días). El mismo se vuelve infectante (período de incubación extrínseco) entre 7 y 14 días después de alimentarse con sangre humana que contiene al virus, y lo sigue siendo toda su vida.
El principal factor de riesgo de sufrir esta enfermedad es habitar o visitar una región o país con presencia del vector y circulación del virus. En las localidades donde circula endémicamente el virus, principalmente áreas urbanas por debajo de los 1800 metros sobre el nivel del mar, el problema se agrava si se carece de agua potable. Ante esta situación, el agua se almacena en condiciones que favorecen la multiplicación del mosquito (recipientes sin tapa), además de poseer una cantidad mayor de desechos plásticos que sirven para acumular agua.
Es posible que el cambio climático contribuya a aumentar la población en riesgo de dengue, debido, en primer lugar, al incremento de la transmisión en áreas actualmente endémicas y, en segundo lugar, por la expansión del rango geográfico de los mosquitos Aedes.
Por otro lado, la urbanización, el aumento de la densidad de población, la migración humana y los desplazamientos forzados asociados con la pobreza, también se espera que impulsen el aumento global de la incidencia del dengue.
El dengue es una enfermedad sistémica y muy dinámica, en la que en pocas horas un paciente puede pasar de un cuadro leve a un cuadro grave. Al inicio de la fiebre, no es posible predecir si el paciente tendrá síntomas y signos leves todo el tiempo, o si evolucionará a una forma grave de la enfermedad. Por lo tanto, el equipo de salud debe realizar un seguimiento estricto del paciente, y éste junto a su grupo familiar deben estar atentos a los signos de alarma, controlando a todo paciente con dengue hasta al menos 48 horas de finalizada la etapa febril.
Las formas de presentación y la gravedad de la enfermedad varían con la edad. En los niños, especialmente lactantes, habitualmente es asintomática (80%) o similar a otros cuadros virales, con fiebre, decaimiento, inapetencia, dolor de garganta y rash, autolimitada. En estas formas de presentación el antecedente epidemiológico es fundamental para la sospecha clínica.
El dengue o dengue clásico o “fiebre quebrantahuesos” es la forma de presentación más frecuente, con un cuadro febril agudo (≥39°C) de hasta 7 días de duración, sin síntomas respiratorios, presencia de malestar general, dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolores musculares y articulares, náuseas y vómitos. Alrededor del 50% de los casos se acompañan de exantema pruriginoso que se inicia en el tronco y se extiende a extremidades y afecta las palmas y las plantas. Puede ser fugaz o persistir varios días. En un 30% puede presentar hemorragias leves como gingivitis, hemorragias nasales, petequias, etc.
La enfermedad grave se desarrolla hasta en un 5% de los pacientes y probablemente se relacione con una mayor virulencia de la cepa circulante o factores del huésped. Entre ellos, se mencionan los menores de un año, embarazadas, adultos mayores de 65 años, o condiciones subyacentes como diabetes, obesidad, hipertensión, asma, coagulopatía, enfermedad hepática crónica, enfermedad hemolítica, enfermedad renal etc. Se ha asociado más a los serotipos DEN 2 y DEN 3
El riesgo de padecer dengue grave también aumenta cuando la infección por un determinado serotipo es seguida por una nueva infección por un serotipo diferente. En estos casos, los anticuerpos generados contra un primer virus no son capaces de neutralizar al virus que ocasiona la segunda infección, pero se unen a él facilitando su entrada a las células, y potenciando la infección, llegando incluso a células que normalmente no infectaría.
Esta situación puede ocurrir hasta muchos años después de ocurrida la infección primaria, pero no implica, necesariamente, que toda infección secundaria conduzca a dengue grave.
El dengue grave puede, en algunas ocasiones, iniciarse como un dengue clásico y luego de 4 o 5 días la temperatura disminuye y aparecen manifestaciones hemorrágicas, pérdida de plasma por aumento de la permeabilidad vascular y presencia de colecciones líquidas en cavidades serosas (derrame pleural, ascitis, derrame pericárdico) que pueden conducir a un shock.
¿Qué medidas podemos tomar para prevenir el dengue?
- Eliminar todos los recipientes en desuso que puedan acumular agua (latas, botellas, neumáticos, etc.).
- Dar vuelta los objetos que se encuentran en el exterior y pueden acumular agua cuando llueve (baldes, palanganas, tambores, botellas).
- Cambiar el agua de bebederos de animales, colectores de desagües de aires acondicionados o lluvia, dentro y fuera de la casa, cada tres días. Es necesario frotar las paredes de los recipientes con una esponja o cepillo con el fin de desprender los huevos del mosquito que puedan estar adheridos.
- Rellenar los floreros y portamacetas con arena húmeda.
- Mantener los patios y jardines limpios, ordenados y desmalezados.
- Limpiar canaletas y desagües de lluvia de los techos.
- Tapar los tanques y recipientes que se usan para recolectar agua.
- Verter agua hirviendo en las rejillas y colocarles tela mosquitera.
También es importante prevenir las picaduras del mosquito:
- Usar siempre repelentes, siguiendo cuidadosamente las recomendaciones del envase.
- Utilizar ropa clara que cubra los brazos y las piernas, especialmente durante las actividades al aire libre.
- Colocar mosquiteros en puertas y ventanas, y cuando sea posible, usar ventiladores o aire acondicionado en las habitaciones.
- Proteger cunas y cochecitos de bebés con telas mosquiteras.
- Utilizar repelentes ambientales como tabletas y espirales.
La recomendación del Grupo Asesor de Expertos de la OMS es que la introducción de una vacuna del dengue debe ser parte de una estrategia global de control de la enfermedad junto con una comunicación adecuada, el control de vectores sostenido, la atención clínica basada en la evidencia y una estricta vigilancia epidemiológica.
El desarrollo de una vacuna contra el dengue ha llevado muchos años de investigaciones, con avances y retrocesos, ya que esta enfermedad puede evolucionar hacia una forma grave o hemorrágica y los mecanismos por lo que esto se produce están mediados por los propios anticuerpos. Y este fue el gran desafío de las vacunas.
La vacuna Qdenga® del laboratorio Takeda, fue aprobada por ANMAT en abril de 2023 y se encuentra disponible en la Argentina.
Es una vacuna a virus vivo atenuado, tetravalente (contra los cuatro serotipos de virus dengue), producida mediante tecnología de ADN recombinante.
Está indicada a partir de los 4 años con esquema de dos dosis (0 y 3 meses) para todos aquellos individuos que hayan o no padecido una infección previa por cualquiera de los serotipos del virus dengue.
No se ha establecido necesidad de revacunación. Se administra por vía subcutánea.
Las contraindicaciones de esta vacuna incluyen:
- Hipersensibilidad a los principios activos o a alguno de los excipientes incluidos en la vacuna, o hipersensibilidad a una dosis previa de Qdenga.
- Personas con inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, incluidos los tratamientos inmunosupresores como la quimioterapia o altas dosis de corticoesteroides sistémicos (p. ej., 20 mg/día o 2 mg/kg de peso corporal por día de prednisona durante dos semanas o más) en las cuatro semanas previas a la vacunación, al igual que con otras vacunas atenuadas vivas.
- Personas con infección sintomática por VIH o con infección asintomática por VIH cuando va acompañada de indicios de deterioro de la función inmunitaria.
- Mujeres embarazadas.
- Mujeres en periodo de lactancia.
Importante: la vacuna puede coadministrarse con otras vacunas de calendario y/o estacionales (antigripal) el mismo día de la vacunación o en días diferidos sin respetar ningún intervalo, salvo las vacunas a virus vivos triple viral, varicela que se debe respetar un intervalo de 4 semanas entre las mismas. En el caso de la vacuna para fiebre amarilla puede aplicarse el mismo día o con 4 semanas de intervalo.