¿Qué es la neumonía?
La neumonía es la inflamación de un segmento de uno de los pulmones, aunque también puede extenderse a ambos. Es producida por distintos gérmenes incluyendo virus, bacterias y más raramente por otro tipo de gérmenes, como hongos o parásitos.
¿Cómo se presenta?
La neumonía se presenta en forma variable, aunque lo más frecuente es que el paciente presente tos, fiebre, decaimiento, expectoración o flema y algunas veces dolor en el tórax y falta de aire. En personas de edad avanzada o en pacientes con disminución de sus defensas, estas manifestaciones pueden ser menos evidentes.
Los ancianos en algunas ocasiones pueden presentar solamente trastornos de conciencia, cambios de conducta u otras manifestaciones que no orientan a pensar en neumonía, por lo cual el médico y los familiares deben estar atentos para consultar ante situaciones como esta.
¿Quiénes pueden presentar complicaciones?
Los ancianos y los adultos de cualquier edad con factores de riesgo presentan un mayor riesgo de desarrollar complicaciones ante un cuadro de neumonía. Entre los factores de riesgo se encuentran las personas de cualquier edad que tienen disminución en sus defensas, aquellos que tienen enfermedades pulmonares o cardíacas crónicas, diabetes, tabaquismo y otras condiciones que faciliten las complicaciones de la neumonía. Sin embargo, es importante consignar que cualquier persona sana puede padecer una neumonía y que la misma también puede tener una evolución más grave.
Las complicaciones pueden ocurrir cuando las bacterias pasan del tejido pulmonar a la sangre y ocasionan infecciones en otros sitios como las meninges.
También pueden producir la acumulación de pus en la pleura, que es la membrana que recubre los pulmones, y esta acumulación de pus se denomina empiema. Por todos estos motivos, es muy importante la consulta oportuna ya que el pronóstico y la evolución de esta infección es mejor si se interviene en forma temprana.
¿Cuáles son las causas de neumonía?
En casi la mitad de los casos no se puede identificar una causa precisa de esta infección pulmonar.
En los casos en que sí se detecta un agente causal, el más frecuente de todos es una bacteria denominada Streptooccus pneumoniae o más conocida como neumococo, si bien también existen otras bacterias que pueden producirla. Los virus como el de la gripe o influenza, el SARS-CoV-2 (productor del COVID-19) y otros como el virus sincicial respiratorio, también pueden producir neumonía solos o asociados al neumococo; o muchas veces producen una infección inicial que facilita que el neumococo u otras bacterias lleguen al pulmón.
¿Cómo llega el neumococo a producir neumonía?
El neumococo para poder producir una neumonía primero debe estar en las fosas nasales y en la garganta, habitualmente sin producir síntomas y es lo que se denomina colonización. Luego, y por distintos factores que lo facilitan, como las infecciones virales, factores irritativos como el humo del tabaco o problemas asociados a enfermedades crónicas, la bacteria llega al pulmón y produce infección.
En algunos casos, como se menciona anteriormente, el neumococo puede avanzar más allá del pulmón, pasar a la sangre y llegar a otros órganos y producir, por ejemplo, meningitis o artritis o llegar a otras localizaciones. Esto último se observa con más frecuencia en los grupos de riesgo.
¿Qué hacer frente a una neumonía?
- Es importante la consulta ante los síntomas mencionados para poder hacer la evaluación diagnóstica correspondiente.
- En caso de que se sospeche que la neumonía sea bacteriana, se dispone de antibióticos efectivos contra el neumococo, pero también debemos recordar que cuanto más se demore el tratamiento, mayor es la posibilidad que la infección tenga una menor respuesta al mismo.
El tratamiento de una neumonía puede hacerse con antibióticos administrados por boca, pero en algunos casos, el médico puede considerar necesario que el paciente sea internado para administrarle antibióticos endovenosos y también para poder brindarle otras medidas de ayuda como oxígeno u otras medicaciones necesarias para controlar la infección.
Estas medidas también pueden ser necesarias en caso de que se sospeche una neumonía viral. Como otras medidas generales también el paciente debe recibir una adecuada hidratación, evitar el contacto frecuente con otras personas y hacer reposo.
¿Cómo se puede prevenir la neumonía?
Existen medidas generales que pueden ayudar a que las personas no padezcan neumonía y otras infecciones como estar bien alimentado, mantener un buen estado físico, no fumar, evitar el hacinamiento, lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón o gel alcohólico, ventilar y mantener limpios los ambientes de la casa. Además de estas medidas generales, hoy se dispone de vacunas que pueden evitar que una neumonía se presente o que se complique. En primer lugar, la vacuna antigripal cumple un rol muy importante en este sentido, ya que el virus de gripe también conocido como virus de influenza, puede producir neumonía por sí mismo o facilitar que el neumococo u otras bacterias produzcan esta infección. Esta vacuna debe administrarse anualmente ya que el virus de la gripe sufre mutaciones o cambios que hacen que la vacuna del año anterior pueda no ser efectiva al año siguiente.
La vacuna es segura, y cualquier persona que desee evitar padecer esta enfermedad o complicarse con una neumonía la puede recibir, aunque es imprescindible que aquellos que tienen factores de riesgo de complicaciones de gripe se la apliquen.
También es muy importante la vacunación contra COVID-19 ya sea iniciando un esquema, para aquellos que nunca fueron vacunados, o recibiendo los refuerzos en los casos que los mismos estén pendientes.
¿Cuál es el rol de la vacuna contra el neumococo?
Esta es una vacuna que tiene un rol muy importante en la protección contra la neumonía y sus complicaciones, también se la conoce como vacuna antineumocócica.
Está dirigida a los grupos de mayor riesgo, incluyendo todos los adultos que tienen más de 64 años y personas de cualquier edad con enfermedades pulmonares y cardíacas crónicas como asma, insuficiencia cardíaca y otras enfermedades hepáticas, diabetes, fístulas de líquido céfalo-raquídeo, implantes cocleares, tabaquismo, insuficiencia renal, trastornos de la inmunidad, falta de bazo y otras condiciones o enfermedades que faciliten la infección por neumococo.
En la actualidad se dispone de tres tipos de vacunas contra neumococo, dos que se denominan vacunas conjugadas y otra conocida como vacuna de polisacáridos.
La vacuna de polisacáridos es la que se dispone desde hace más tiempo, contiene 23 serotipos de neumococo y se recomienda en los grupos antes mencionados.
Las vacunas conjugadas han demostrado que en adultos produce mayor respuesta de anticuerpos que la vacuna de polisacáridos. La vacuna conjugada 13 valente contiene 13 serotipos de neumococo, de los cuales comparte 12 con la vacuna de polisacáridos. Actualmente existe una nueva vacuna conjugada que protege para 20 serotipos de neumococo agregando 7 serotipos adicionales a la 13 valente.
En nuestro país se recomienda la administración de ambas vacunas, la vacuna de 23 polisacáridos y la 13 valente conjugada, en lo que se denomina esquema secuencial, que comprende la aplicación de ambas vacunas, primero la conjugada y luego la de polisacáridos.
Este esquema de vacunación se indica para todas las personas a partir de los 65 años y para adultos menores de esa edad que presenten los factores de riesgo antes mencionados.
Con la llegada de la vacuna conjugada 20 valente este esquema secuencial puede ser reemplazado con una sola aplicación de esta vacuna.
A través del conocimiento adecuado de las infecciones respiratorias y su prevención, se puede disminuir el riesgo de padecerlas o de presentar complicaciones de estas.
Departamento Científico
Fundación Vacunar
Enero 2024